miércoles, 1 de abril de 2020


Aunque este año nuestro deber es quedarnos en casa y celebrar la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo de una manera más íntima, no podemos dejar de pensar que estamos a 365 noches de que los oscuros cirios vuelvan a encenderse, de que resuene el llamador de nuevo, de ceñirnos a la cintura la faja de esparto y calzar las esparteñas para portar sobre nuestros hombros a la Amantísima Azucena, a la Fervorosa, Reina y Señora del Cielo